«Del grito al llamado», por Victoria Campos

Vincent_van_Gogh_-_Wheatfield_with_crows_-_Google_Art_Project

Wheatfield with Crows, 1890. Van Gogh 

 

“Iba caminando con dos amigos por el paseo el sol se ponía – el cielo se volvió de pronto rojo – yo me paré – cansado me apoyé en una baranda – sobre la ciudad y el fiordo oscuro azul no veía sino sangre y lenguas de fuego – mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo – y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza”

Eduard Munch, sobre “El grito”

Ese día todo fue distinto, la armonía con que la rutina transcurría, esa homeostasis que inundaba su vida se quebró, se rompieron las relaciones con los Otros, con los pensamientos y hasta con el propio cuerpo. Las respuestas que solía dar, ante ciertos acontecimientos, ahora parecen no servir, se produce una interrupción, una ruptura, una crisis: la urgencia como aquello imposible de soportar para un sujeto al que ya nada divierte.

Lo que sostenía su ficción se detuvo, el dominio de lo imaginario, ya sea por desborde de identificaciones, o de tanto real, por exceso de goce mudo, tambaleó. Algo dejó de provocar el efecto adormecedor y las cosas dejaron de funcionar tal como lo hacían.

Allí donde ocurre el eclipsamiento, donde se hace presente lo real, donde ya no quedan referencias, emerge la angustia, afecto que no engaña.  Ante el desvalimiento psíquico se pide inmediata solución, restitución de aquello donde todo funcionaba, pero ya nada vuelve a ser igual.

La angustia permitió un llamado, posibilitando pasar del campo de lo real al baño del lenguaje. Emerger: salir de una parte en que se estaba sumergido o hundido. Salir de un medio después de haberlo atravesado, porque es necesario atravesar algo.
Urgencia: un punto límite donde el sujeto siente que no puede escapar, que está en riesgo, apela y convoca a Otro, llama a una intervención. Es una coyuntura en la historia particular de quien consulta, el andamiaje fantasmático e identificatorio por el cual se sostenía, trastabilla, se rompe, y éste se encuentra sin salida y/o sin recursos.

Esto hace que el sujeto pueda apropiarse de su padecer. En un análisis, el analista intenta provocar un punto de basta en ese que consulta, en la repetición de sucesos, de actos, para que éste pueda ver su propia urgencia. De esta forma, puede hacerse responsable de sus actos Al modo de los Tiempos Lógicos que plantea Lacan, es importante que el paciente pueda decir algo de sí mismo. Ante la urgencia por concluir, el analista habilita un espacio para desplegar un instante de ver y por medio de sus intervenciones, abrir allí la hiancia que permita un tiempo de comprender. De esta forma, se media para que el paciente pueda construir un relato, relacionar su urgencia con acontecimientos importantes de su vida posibilita que la misma se haga propia. El poner en marcha su discurso permite que algo del decir lo convoque, lo responsabilice. Un pasaje de un decir irresponsable a una nueva relación con su decir.

 

María Victoria Campos (1984, Neuquén) Lic. en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires y  Especialista en Psicología Clínica con Orientación psicoanalítica en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja en el equipo de apoyo y orientación profesional a instituciones educativas en Neuquén Capital, atención clínica de adolescentes y adultos en consultorio privado y es perito de oficio en el Poder Judicial de la Provincia de Neuquén.

Compartir