Raros son los elegidos

Ensayo breve

Por Karina Boiola

La máquina de generar lecturas

Yo soy blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida

Diego Armando Maradona

 

Ni tampoco en su muerte. Muere Maradona e innumerables interpretaciones se esparcen por el universo digital. En clave sociológica, en clave feminista, en clave popular. Fascinación por el costado literario de esa vida, una vida única, extraordinaria, irrepetible: la historia del pibe de Villa Fiorito que llegó muy pronto al estrellato y que, como Ícaro, perdió las alas por volar demasiado cerca del sol; la del pibe pobre que jugando al fútbol les compró la casa a los viejos; la del villero talentoso que torció el destino que su clase le tenía reservado.

Proliferan las palabras, los homenajes y las reprimendas. También, las emociones: el llanto, el dolor, la melancolía, sentir que algo del mundo tal como lo conocíamos se perdía con la noticia. También, el enojo y la indignación, cómo van a homenajear a ese drogadicto, golpeador, pederasta, violador, menemista, no se dan cuenta.

Los muros de las redes sociales se llenan de incontables imágenes de distintos momentos de su vida. (Qué fotogénico que era Diego).

Diego es dios y es el diablo. Incluso sus más fervientes detractores (y detractoras) no pueden sustraerse de esa máquina de generar lecturas que fue, es y seguirá siendo; no pueden eludir el dispositivo de lectura que él creó de sí mismo: yo soy blanco o negro, gris no voy a ser en mi vida.

Incancelable

Algo de este enredo discursivo nos deja una certeza: hay cosas en el mundo que son incancelables, que se resisten a la lógica de la cancelación, que nos hacen preguntarnos por los límites de esa manera de razonar las cosas. ¿Hay que matar a todos nuestros ídolos? ¿Debemos deconstruirnos y barajar y empezar de nuevo? ¿Es eso siquiera posible?

La emoción y el desenfreno de su despedida nos revelan que hay algo del mundo que se resiste a ser categorizado. Algo del orden de lo amoroso que, a pesar de todos nuestros esfuerzos racionales por imponerle un orden, se empeña en persistir.

No porque no lo intentemos, sino porque todas las respuestas al meollo maradoniano en que estamos inmersos nos van a dejar insatisfechos. No hay respuesta absoluta posible, una que valga de una vez y para siempre, y para todos por igual. Yo encontré la mía en una película de María Luisa Bemberg: “El amor es raro y rara vez nos ilumina, y raros son los elegidos” (De eso no se habla, 1993).

Una vida, todas las vidas

Leo la carta que le escribió Dalma a su papá y no puedo evitar estremecerme, llorar un poco. No puedo evitar hacerme la misma pregunta: ¿qué voy a hacer cuando se mueran mis viejos? La muerte ordena, nos pone en perspectiva: todo eso que amamos es efímero, no puede ser de otra manera. La muerte de Maradona me atraviesa porque me lo recuerda. Ahí se conecta su vida con la mía. Por eso, qué gran momento, ahora, para estar viva, para tener a mis afectos conmigo.

El punctum de una fotografía es, dice Barthes en La cámara lúcida, «una herida, un pinchazo […] es el azar que en ella me despunta (me lastima, me punza)». El brillo en los ojos, las pestañas largas, la inocencia de esa mirada esperanzada en la que todo estaba por venir: ese es mi punctum de esa foto. Esos rasgos me conmueven.

Otra fotografía más: Diego y Claudia en la playa, enamorados, felices, ese instante fugaz de bienestar que quisiéramos que nunca se termine y que la cámara capta, recorta, inmoviliza. Todos tenemos un momento de esos en la vida, quizás por eso ver esa fotografía también me produce una profunda tristeza.

El grito labrado

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Reseña de una novedad editorial: El grito Labrado, de Adrián Quinteros (Mirador)

por Nicolás Pose

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En la presentación online de El grito labrado, que hizo hace poco Adrián Quinteros en El Blanco, podíamos ver a una persona con cabeza de televisor, de dispositivo tecnológico, de pantalla, que se masturbaba mientras escuchaba la repetición constante de una base de música electrónica. A la vez, una mujer con garras, al estilo joven manos de tijera, lo amenazaba con su presencia, junto a unos gráficos con barras que estaban proyectados detrás de ambos. Los gráficos, los números, las líneas que cruzaban las barras, la performance completa simboliza la época que atravesamos: el algoritmo y la big data como ritmo que quiere imponerse casi de manera biológica a nuestra vida. 

El grito labrado es un manifiesto de nuestro tiempo. El poeta nos propone volvernos a encontrar con nosotros mismos, con la singularidad que tiene cada uno, atrapar y defender los rasgos de humanidad que, como el sueño, aún quedan indemnes o a punto de ser invadidos por toda la lógica del algoritmo comandada por el mercantilismo y lo que el filósofo Bernard Stiegler llamó “la homogeneización de la experiencia perceptual”. Nuestra tarea es recuperar lo perdido, defender lo que aún le es esquivo o escapa a esa lógica siniestra que estandariza todo tipo de experiencia personal, transformándola para ser regulada definitivamente por la lógica capitalista y, por ende, por el filtro de las redes sociales.

En respuesta a la homogeneidad mental, a la sincronización masiva entre consciencia y memoria, a la eliminación de la singularidad, a la destrucción de la autonarrativa de la experiencia, el poeta nos propone volver a lo mítico: “regresar a los primeros éxtasis del olfato”, retornar a la música sagrada, y tratar de escuchar el significado de ese tambor ancestral. Recuperar la pasión en un mundo que el poeta denuncia como “desabrido”, “insípido”, “vacío”: “Hay algo que hacer/ con todas esas miradas/ tristes y cansadas”. Es que, se sabe, lo que en algún momento se tomó como ventajoso o positivo, va quedando, cada vez más claro, que no lo es. Incluso que es negativo. Porque las redes sociales, los dispositivos de control y los medios de comunicación masivos han formateado a su antojo la mente de las personas, y así para transformarlas sólo en cuerpos consumidores de las mismas experiencias una y otra vez.

La respuesta es abandonar progresivamente el murmullo “actual”, las mieles de ese individualismo que en algún momento fue exaltado, el egocentrismo y el narcisismo pedorro del Instagram, el Facebook u otros, para buscar, otra vez, la noción de “comunidad”, reflotar la idea de ir juntos, a la par, sobre todo, pensando la pos-catástrofe. Es decir, después del daño ecológico, mental, y del pasaje del ser humano, palpable, erotizado, con cuerpo, a un simple algoritmo insípido, vacío, desabrido. “Dar en el blanco, quizás sea evaporarse/ ante la insistencia del músculo/ dejarse henchir/ por el suave aliento del hogar común”.

Entonces, alejarse del gesto, de la pose, de la impostura, del acting y actuar antes de que sea tarde: “No, no en el teatro del estilo/ sino la obra/ de amar la misión.”

El poema que lleva el mismo título del libro nos ubica en el tema por donde transcurre la voz del poeta, haciéndolo girar una y otra vez mediante sus reflexiones: “Como geómetras perversos, la industrialización e informatización/ —léase biopolítica, profesionalismo disciplinar, /burocracia del pensamiento o digitalización/ de la vida —/ no nos quiso imaginando,/ mucho menos nos quiso en el discernimiento. /Más bien diría,/ nos quiso:/ MAQUINANDO./Medibles, masticables/ secos y desiertos,/ a merced del publicista de turno.” Y el poeta da la respuesta, busca esa salida, que es el grito que hay que construir juntos: “Es nuestro el deber de re encantar un grito/ que nos lleve lejos de este páramo custodiado/ por los operadores de la crueldad. /Un grito que haga estallar las maquetas/ de este mundo de rankings y estadísticas.”

Y claro, luego de leer y reflexionar, a través del libro, el mundo que habitamos, se entiende que Adrián Quinteros en la presentación, luego de la performance, otra vez, con la repetición incesante de la música electrónica de fondo, grite y repita una misma frase como una suerte de estribillo o eslogan de grito que hay que construir: “Los campeones de mirada vacía son la sequía de esta tierra”. Ya lo había sugerido Jonathan Crary en su famoso 24/7 cuando decía que la abdicación absoluta de la responsabilidad por la vida está indicada en los títulos de las muchas -y muy vendidas- guías que nos dicen, con una fatalidad sombría, las mil películas para ver antes de morir, los cien destinos turísticos para visitar antes de morir, los quinientos libros para leer antes de morir.

Otra de las respuestas para enfrentar este mundo actual, geométrico, algorítmico, insípido y su lógica perversa, es el arte, que de ninguna manera está exceptuado de la lógica mercantilista, está claro. Pero el arte funciona como posible receta, una manera de combatir la lógica del capital: “Es por esto que la actividad artística es la última reserva contra este demonio de lo aparente”.

Dónde conseguir El Grito Labrado:

En capital federal

Librería “ De la mancha” Corrientes 1888

Librería  “Mr hyde” Las Heras y azcuenaga

El blanco : GAscon 1437 – Palermo VIejo

En otras zonas, por el momento, solicitarlo por mail

IG : @Adria_qui

FB : Adrian Quinteros

 

Nicolás J. Pose (1980, Buenos Aires) Estudió  letras en la Universidad de Buenos Aires. Obtuvo el primer premio de narrativa en el VIII Certamen internacional de Poesía y Narrativa Breve organizado por la editorial De los cuatro vientos y fue finalista en el III concurso de narrativa Eugenio Cambaceres(2012) organizado por la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”. Publicó el libro de cuentos La Performance (De los cuatro vientos, 2005) y, en colaboración con Juan Pablo Bertazza, Manuel Pose y César Rexach los ensayos de Libres del Libro (UAI, 2017). También ha escrito textos literarios, críticas y reseñas en diversos medios culturales como El interpretadorNo retornable, la revista Siamesa y MALBA Cine. Por una cabeza, su primera novela, se publicó en 2018.

Dos collages

Dos collages

por María Crista Galli

 

Collage

 

Pequeño collage literario

Dios siempre repite: o solamente pensamiento, o solamente placer;  luego nos arroja a la compulsión de pensar con todo lo profundo que anhela la máscara.  El yo está siempre partido en dos.  Al comienzo (o al nacer),  la humanidad no distinguía los opuestos, pero ahora  (o al crecer) el humano está siempre dividido y es contrario a sí mismo. Esta guerra interior de la razón contra las pasiones ha hecho que los que han querido tener la paz se hayan dividido en dos sectas. Dos mundos combaten y cada uno representa extensamente su causa. Y mientras discuten entre ellos, se despliega su íntima esencia. 

Citas de:  Roberto Calasso, El loco impuro; E.T.A. Hoffmann, Elíxir  del diablo; F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal; Norman O. Brown, El cuerpo del amor; Blaise Pascal, Pensamientos; Walter Otto, Los dioses de Grecia.

 

María Crista Galli (1985, Buenos Aires) no se define experta en ningún área específica salvo la inquietud. Todo se mueve menos el cambio es el lema taoísta que mejor define su forma de aprendizaje y de vida. Su pasión se extiende desde la traducción, que estudió formalmente, hacia distintas áreas artísticas y culturales, como la danza, la poesía y las artes plásticas. Actualmente cursa estudios de floricultura en la Universidad de Buenos Aires. Su objetivo es lograr un ensamble de todas las áreas que la apasionan, principalmente de la escritura y la botánica.

Nuesto mundo muerto 🌊, Liliana Colanzi

⭐️Liliana Colanzi es una autora boliviana, nacida en Santa Cruz en 1981. Actualmente vive en Estados Unidos, enseña en la Universidad de Cornell. 

Este libro tiene 9 cuentos, todos unificados por la voz original e inquietante de la autora. En los relatos suceden cosas raras, se mezclan dos mundos, el nuestro y uno más fantástico, más cercano al mito. ☑️

En un universo globalizado, donde lo local deja de ser una marca distintiva, surge esta voz híbrida. Todo está mezclado, la falta de límites precisos es el atractivo de Colanzi.

Así comienza La Ola, uno de los relatos del libro. Se trata de una ola misteriosa que provoca suicidios en los estudiantes norteamericanos. La protagonista tiene que volver a Bolivia porque su padre no se encuentra bien, el viaje en taxi que hace al aeropuerto es una fantasía.

 🌊“La ola regresó durante uno de los inviernos más feroces de la Costa Este. Ese año se suicidaron siete estudiantes entre noviembre y abril: cuatro se arrojaron a los barrancos desde los puentes de Ithaca, los otros recurrieron al sueño borroso de los fármacos. Era mi segundo año en Cornell y me quedaban todavía otros tres o cuatro, o puede que cinco o seis. Pero me daba igual. En Ithaca todos los días se fundían en el mismo día.” 💫    

 

 

 

Mar Borrascoso

mar borrascoso

Les compartimos la colaboración de Naiara Fiuza, una joven poeta de 15 años que vive en Buenos Aires. Otra de sus pasiones es la pintura. Actualmente está creando una serie de textos inspirados en obras de arte como un modo de combinar distintas expresiones artísticas y darle una imagen, una voz, a los sentimientos. Seguir leyendo «Mar Borrascoso»

Me enamoré de un santo suicida

benjamin

Relato corto por Nataly Bello López

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Me enamoré de un santo suicida. Cuando Una dice eso tienen que suceder dos cosas: que el amado muerto pertenezca al reino de lo divino y que esté muerto porque se suicidó. Cuando el amor que Una ama no pertenece a este tiempo, ni perteneció al tiempo de su tiempo, entiende que se enamoró de una figura que no fue su vida en tierra ni lo que vino después. Cuando Una ama y no sabe qué es lo que ama sino a quién, entonces se da por vencida, se resigna a ese amor. Quiero decir, a este amor.  Seguir leyendo «Me enamoré de un santo suicida»

Cesare Pavese: el fracasado del amor

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Ensayo por Nicolás Pose

Cesare Pavese: el fracasado del amor

 

Dentro de poco se cumplirán cincuenta años de la partida de este escritor fundamental del siglo XX, que nos dejó uno de los diarios más bellos y trágicos que puedan leerse, El oficio de vivir. [wpdiscuz-feedback id=»8hxag815hs» question=»Deja tu comentario sobre esto » opened=»0″]Convertir la vida en pasado, ese afán incensante del diario de Pavese, es en realidad la única defensa que el escritor tiene contra las ofensas de la vida.[/wpdiscuz-feedback] Seguir leyendo «Cesare Pavese: el fracasado del amor»