Cuento
por César Rexach
Desde el comienzo se habían convertido en objeto de culto.
Las hay de todos los tipos, formas y colores.
Hubo gente que las portó incluso después de que pasó todo. Como si no pudieran deshacerse de ellas y se hubieran convertido –sin habérselo propuesto- en ellas.
Se había dejado de decir “el de los dientes grandes” o “la narigona”. Se transformaron en un rasgo más (sino el más importante) de distinción entre las personas. Incluso la posición política e ideológica de la persona podía adivinarse en una estrella o en un sol en ellas bordados. Seguir leyendo «La exposición»