Algunos poemas inéditos

Serie de poemas por Lucía Vargas Caparroz

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PLAGA

Acá pasa esto, fijate.
La planta está enferma.
Levantás la hoja
y me mostrás el revés,
delatando el escondite
de lo que daña.

¿Sentís?
Me hacés tocar y sigo
los pliegues verdes
trazando ruta a destino.

¿Sentís la diferencia?
Acerco mis dedos a los tuyos
y los hacés andar.
La textura de los puntitos
es apenas un relieve.
Me doy cuenta:
Somos un solo movimiento
errando en círculos.

*

LLAMADO

a mamá

Aún es temprano.
Siempre toma café antes del mate.
Me llama desde el ruido
que hace la taza que apoya
sobre el platito de loza
luego de cada sorbo.
Es un llamado tímido,
como una invocación al cielo:
que venga cuando tenga que venir.

La radio asoma muy despacio,
las voces son conocidas.
Veinticinco años de programa
dice el hombre,
mientras presenta las noticias
sobre la falta de agua en el pueblo.

Me levanto.
Voy hasta la cocina, pero no entro.
Ella mira por la ventana,
envuelve la taza con las manos.
Parece buscar algo

entre las hojas del damasco
que se sacuden
violentas por el viento.

*

LLUVIA

Del cielo se desprende un manto gris
que encierra a la ciudad en penumbras.
Las luces se alargan entre las varillas de agua
que aprisionan el aire.

¿Estarás mirando hacia fuera?
¿Desde tu casa, verás mi casa?

Un rayo aparece a lo lejos
y después tu nombre
revienta en el trueno,
como la queja de un animal herido.

Te busco
en todo lo que dura la lluvia.

*

SED

Estoy tirada en la playa de Huanchaco,
el mar a mis pies produce el ruido
del que nunca voy a poder desprenderme.
El sol, tapado por la neblina.
Los cangrejos, entrando y saliendo
de los huecos en la arena.
Leo a Carver. No quise revisar
cuánto quedaba del libro antes de salir del hotel.
Después de un rato, llego a esos poemas breves
que dicen todo lo que tienen que decir.
Tomo el agua midiendo los tragos.
Uno, dos, tres.
Un hombre me dijo en las dunas de Chile
que la sed, cualquier sed
se apaga con tres tragos cortos.
Uno, dos, tres.
Y llega el último poema
como un latigazo,
igual a esa ola que choca en la rompiente.
Es un golpe gigante, puro, entero.
Agarro la botella y me tomo todo lo que queda.
El libro se acabó.
El agua se acabó.
Tres días, tres días podes vivir sin agua, dijo.
Tres días en los que me quedaría
intentando entender que este libro se acabó.
Que él no va a escribir otro poema nunca más.
Que ahora es necesario sentir esa sed

hasta que arda, hasta que produzca
la verdadera sensación de vacío, de muerte.
Hasta que sea necesario ir por más.

*

INCENDIO

Hay algo de lo que quiero hablar
hace ya tres semanas:
el incendio en medio de la montaña.
Tenía miedo, tengo miedo
de lo que nunca puedo llegar
a decir del todo.

Y es que el fuego
siempre me hizo pensar en el hogar,
una calidez que construye.
Pero ahí, el fuego
era otra cosa.

El humo en realidad, el recuerdo del humo
un gris helado apagándose entre los árboles
subiendo hasta las nubes para perderse.
Un hogar que se consume,

que se transforma caliente entre cenizas
y el miedo
que llega desde allá
trepando al pecho de a bocanadas.

Un incendio tiene el olor a lo que fue,
olor a pérdida.
Como cuando me senté a descubrir
el aliento del río
que se desprendía
después de hacerse cascada.
El agua tiene el olor de lo que arrastra.
La retuve entre los dedos
era el pasto el cielo las piedras los peces el viento las hojas las algas.
Un instante duró,
lo que tarda algo en irse.
Nada.

Ahí
en ese rato que se queda
es donde quiero vivir siempre:
el momento antes de volverme otra cosa,
el minuto antes de la pérdida,
el instante antes del miedo.

*

Lucía Vargas Caparroz nació en Capital Federal (Buenos Aires, Argentina) el 1 dediciembre de 1987, pero creció en Caleta Olivia (Santa Cruz). Es licenciada en letras por la Universidad del Salvador y ha publicado dos libros: “Todo el tiempo nuevo” (Tyrannus Melancholicus Taller) y “Por ser del sur” (Pensamientos ImperfectosEditorial). Ha participado de diversos medios y antologías digitales y físicas en Colombia y Argentina. Actualmente es colaboradora en Revista Bacánika. Esta breve selección de sus poemas inéditos fue hecha por Aixa Rava, escritora y responsable de Tanta Ceniza editora, quien publicará “Lo que tarda algo en irse” en 2021.

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