Amor Viral

Cuento por César Rexach

Su amor comenzó minutos antes de que el gobierno decretara la cuarentena y el  confinamiento. Se habían despedido con un beso y un “hasta mañana”.

Como era de esperar, la relación continuó a la distancia por smartphone: gracias a Whatsapp se veían y hablaban todos los días y a cualquier hora. Hasta que una de las dos personas, dejó de llamar y, la otra, de atender. La distancia los cansó y se alejaron.

El confinamiento los limitaba a un radio de algunos metros a la redonda. Vivían en una inmensa ciudad donde todo lo que necesitaban se encontraba en la misma cuadra o, a lo sumo, debían cambiar de vereda. Una inmensa ciudad, poblada de edificios enormes como pajareras de concreto: todas las jaulas apiladas una arriba de la otra y los pajaritos encerrados en un espacio minúsculo.

Entonces una de las dos personas empezó a dejar su departamento no solo para ir a comprar, sino que también –y sobre todo-  para deambular por el interior del edificio; la otra se instaló una aplicación para conocer y encontrarse con gente nueva. Se preguntó si el radio para poder moverse comprendía solo la distancia medida de forma horizontal, o si también era válida de forma vertical. Escribió “0,5 km”. La pantalla se llenó de caras felices y perfectas, como si la cuarentena no hubiese tenido lugar.

De esta manera una de las dos personas comenzó su viaje por el interior de la mole de concreto, desplazándose como el virus que se extendía por los cuerpos de los infectados.

Así fue que descubrió el buen sexo sin amor, ni compromisos, ni remordimientos en el 4 “A”; mientras que en el 5 “D” encontró la calma acariciando el pelaje eléctrico de un gato raído. En el pasillo del piso 6 sintió la vergüenza de un perro que hacía sus necesidades en el suelo de los otrora brillantes mosaicos. Y en el 13 “C” aprendió que de la mala suerte también puede salir algo bueno o, al menos, algo más que malo. Al subir las escaleras que conducían al piso 14 entendió que el alcohol no era una solución, aunque muchas veces ayude a amortiguar el dolor. En el 15 “E” confirmó que, aunque una persona fuera hermosa por dentro y por fuera, eso no bastaba siquiera para tener una relación efímera

Pero el tiempo pasó y una de las dos personas se preguntó cómo estaría la otra. Así que decidió llamarla. Se alegró al escuchar que la otra también sonreía y extrañaba hablar por teléfono.

Así que una de las personas decidió romper la cuarentena. —Se allegó sigilosamente hasta el edificio donde habitaba la otra y, como en la desesperación del deseo y del amor se había olvidado el celular, presionó suavemente uno de los erectos botones del portero eléctrico. Lo encontró tibio y de una redondez casi natural. 

 —Soy yo —susurró.

—¡Entrá! — y pudo sentir el húmedo aliento fuera de los orificios del portero eléctrico.

Así pasaron los días y las noches del confinamiento amándose a escondidas. Hasta que una de ellas decidió quedarse a dormir una noche, callando la fiebre y apretando la tos contra el pecho ajeno que ocultaba un mismo secreto.

Durante el amanecer, cuando el sol asomaba sobre la ciudad, las dos personas se quedaron en la cama sin poder respirar, muriéndose de amor.

César Rexach (1979, Buenos Aires) Es Licenciado y Profesor en Letras (UBA). Participó en congresos internacionales de literatura, música y películas como: Proceedings italian migration urban music in Latin America (Friburgo de Brisgovia, Alemania) y Argentinische Literatur – Argentinischer Film (Viena, Austria). Publicó ensayos en  Libres del Libro (2017, UAI).  Vive nueves meses del año en  Münster, Alemania, y los otros tres, en Buenos Aires.

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