«The Perfect Day Formula», por Karina Boiola

Si nos preguntaran cómo sería un día perfecto, seguramente cada uno de nosotras y nosotros respondería de manera diferente. Porque, en efecto, imaginar cómo sería un día perfecto adquiere ribetes y matices subjetivos que dependerán de nuestros gustos, expectativas, sueños y deseos.

Lou Reed, por ejemplo, en su canción Perfect day, describe un día apacible con alguien que lo hace olvidarse de sí mismo, dejar de lado los problemas, divertirse: ir al zoológico, mirar una película, tomar sangría en el parque. Imagino que es un día soleado, en Nueva York; un parque de pasto verde reluciente y saturado, y Lou y ese alguien especial caminando, sonrientes; él fantaseando que es alguien diferente, alguien mejor (porque el contacto con ese otro saca lo mejor de sí).

Pero si la cita a Lou Reed es esperable en un texto cuyo propósito es reflexionar sobre las derivas de un día perfecto, quizás resulte más sorpresivo mencionar un libro cuyo título es The Perfect Day Formula, de Craig Ballantyne. A diferencia de lo que dije más arriba, para Craig hay una fórmula universal que, de seguirla, nos asegura no solo un día perfecto, sino una vida entera perfecta. En su página web (https://www.craigballantyne.com/), proclama: “Use this formula to unlock your perfect life today”. La vida perfecta está ahí, esperando a que encontremos esa llavecita mágica que nos permita desbloquearla. Y la llavecita no es otra cosa más que lograr vivir un día perfecto tras otro. Un día perfecto más un día perfecto, más otro y otro: la vida perfecta. Era tan fácil. La solución a la frustración, a sentirse stuck, a trabajar too much sin tener demasiado dinero ni demasiado éxito, al alcance de la mano: una rutina perfecta, que logre sacar lo mejor de nosotros mismos, exprimir el jugo de la productividad de nuestras vidas, tachar todos los to do de nuestra lista antes del mediodía, tener tiempo libre, hacer ejercicio, ser saludables y bellos, pasar más tiempo con quienes amamos, y una larga cadena de etcéteras.

Ojo, que esta llave no es fácil de alcanzar. Craig asegura que muy poca gente tiene acceso a ella. Casualmente, aquellas personas que son exitosas: ricas, independientes, emprendedoras, dueñas de su propia vida y su propio tiempo. Ahora bien, Craig también nos dice que esa llave es un secreto bien guardado que se pasó de generación en generación: del 1% de los exitosos de la humanidad, al 1% que le seguía, en este frenesí hereditario de las misteriosas claves de la felicidad. También nos dice que no lo vamos a encontrar en un libro de autoayuda, ni en el estante de una librería, aunque él mismo sea un autor que vende sus libros por internet. Nada puede fallar: la trama conspiracionista (ciertos iluminados esconden el secreto universal de ser exitosos y felices en un mundo cada vez más frenético de trabajo, competencia y falta de tiempo) puesta al servicio de la productividad capitalista. El problema no sos vos (que, si llegaste a la web de Craig, es porque estás insatisfecho con la vida mediocre que tenés y eso, en definitiva, es algo positivo), tampoco lo es el sistema económico mundial. No, la cuestión es que vos no sabías todo esto que Craig sabe y que por una módica suma de dinero va a poner a tu disposición.

La fórmula de un día perfecto: despertarse cuando los demás duermen, acostarse cuando el resto de los mortales aún está trabajando. No importa que afuera llueva, truene, garúe finito o salga el sol, arriba a las cuatro de la mañana. La gente productiva (alguien como Mark Zuckerberg, imagino) no aprieta el botoncito de posponer la alarma del celular diez minutos más. Arriba arriba, epa epa, ándale ándale, que el sol todavía no salió y hay que ser productivos, engañar al tiempo, tener jornadas de 24 hs que duren por 35. Otra de las reglas del día perfecto (Ojo, que Craig dice que este tip lo tiró Kant): proponerse cinco mandamientos que guíen tu vida cotidiana y, por supuesto, tener un objetivo. La fórmula del día perfecto, entonces, sería una suerte de ab-shaper de la vida, que nos permite tener (a nosotros y nosotras, mortalitos middle-class, que, en sus palabras, no venimos de una familia súper acaudalada y que quizás no tuvimos la mejor de las educaciones) al alcance de la mano. ¡Por fin!, la vida perfecta de éxito, reconocimiento y autonomía que siempre soñamos.

Me pregunto si el libro de Craig aplica para todas las mujeres y hombres que, en Argentina, se levantan a las cuatro de la mañana para tomar un colectivo, un tren, quizás otro colectivo más para ir a trabajar. Dos horas de viaje del conurbano a Capital, ida y vuelta, para atascarse, los mejores años de su vida, en un laburo mal pago (en los días que nos tocan vivir, seguramente casi todos, a menos que te dediques a la timba financiera y esas cosas que hace la gente exitosa) que redundará en una jubilación aun peor. “La vida del obrero es así y son pocos los que van a zafar”, cantaba el Pity. Aprendemos a ser felices así, sin fórmulas del día perfecto porque, para citar a Hache, el protagonista de Cumbia Ninja (sí, aún en una serie de Fox podemos encontrar inusitada lucidez): “¿Qué pasó? El capitalismo pasó”.

 

 

Karina G. Boiola (1988, Buenos Aires) es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente, se encuentra cursando la Maestría en Literaturas Latinoamericanas de la UNSAM. Ha sido columnista de la revista “Tierra Adentro” (México, CONACULTA).

    

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